Mucho se habló en estos años de lo que es malo y es bueno para la sociedad, "para el pueblo". No dejan de desarrollarse papers y estudios que se contraponen entre sí. De un mismo producto podemos ver, que según quien lo investigue, resulta ser tan beneficioso como perjudicial.
En estas últimas décadas nos enteramos que “tomar leche no es bueno”, por la lactosa, “Comer harina no es bueno”, por el gluten, “Comer carnes es malo”, por las grasas, “comer verduras es malo”, por los químicos, “tomar agua directamente de la línea es malo” por las bacterias, “Usar los celulares es malo”, por las ondas, “Comer sal es malo”, por la presión arterial, “Comer salmón es malo”, por el mercurio, “Tomar café es malo”, por la cafeína, entre otras afirmaciones elaboradas de forma tendenciosas para lograr fines paralelos que nada tiene que ver con mejorar la calidad de vida.
Hoy se suma a esta lista, la idea de “Comer azúcares es malo”, por la obesidad y diabetes.
Debemos recordar que todo en "exceso" es malo. Pero no “todo es malo”. Si alguien se cae a una pileta con agua y se ahoga, no podemos culpar al agua, si no a quien administra la pileta por no garantizar que se use de forma responsable. Estamos acostumbrados y cada vez más, sobre todo en este país, a que nos impongan a través de los distintos gobiernos que pasaron, lo que es bueno y lo que es malo, pero hay que preguntarse, ¿porque lo hacen?, ¿porqué demonizar a un producto histórico y esencial de la canasta básica?
¿Qué cambió en estos últimos 100 años?
El sector privado en general, se hizo más eficiente y más responsable.
Sabemos que, gracias a la tecnología alimenticia y los controles de calidad, la comida hoy goza de un mayor nivel de seguridad e higiene, "en todos los aspectos".
Las carnes no están contaminadas por virus ni bacterias, las cadenas de frío se respetan y controlan, los agroquímicos gozan de mejor calidad en cuanto al nivel de baja toxicidad y de no ser por ellos, no se podría producir lo suficiente como para alimentar a la gran cantidad de humanos que habitan en el planeta, sabemos que hay técnicas de mejoramiento de agua y que varios países cuentan con protocolos estrictos para el cuidado de la población, sabemos que la leche es hoy un producto pasteurizado y así, sumando ejemplos, sabemos que el sector privado siempre buscó responder y respetar al fin social de "alimentar sanamente" y "brindar servicios" que respondan a las necesidades del mercado, puesto que así también se le exige.
Pero esto no es solo con la comida, también se volvieron más responsables con los empleados, la ecología y la responsabilidad social, que de hecho, si los impuestos de los contribuyentes hubieran sido administrados de forma correcta, la RSE no sería necesaria, o por lo menos, no a los niveles que hoy se requiere.
Ahora, ¿qué cambió en el sector público?, ¿cómo vivíamos antes y como lo hacemos hoy en día?
Aumentó en forma desmedida la inseguridad, por lo que es muy difícil salir a hacer deportes al aire libre, e incluso a caminar. Los niños no pueden jugar en las plazas si no es con seguridad las 24 hs y la posibilidad de salir a jugar a la calle hoy en día, no es una opción, aún sin pandemia. El sistema de salud no goza de los mejores estándares a nivel internacional, los médicos son mal pagados, al igual que los jubilados, maestros y policías, las obras sociales no cubren muchas de las enfermedades que deberían cubrir y son pocos las campañas a nivel nacional que expliquen la importancia de evitar el sedentarismo y promover la cultura de trabajo y movimiento útil. Hoy un niño, adolescente o adulto puede pasar varias horas jugando video juegos, viendo televisión o con la computadora comiendo sin parar, y ¿el problema es de la comida que comen y no del hábito de vida que llevan?
¿La legislatura no debería estar más preocupada en hacer que la gente se mueva, salga, viva y disfrute con seguridad y justicia, más que viendo cómo poner cartelitos en los productos diciendo que sus componentes son malos?, ¿Siendo la seguridad algo tan urgente, no deberían todos estar concentrados en cuidar los derechos e integridad de los ciudadanos de a pie que necesitan salir fuera de sus propias rejas y vivir la vida por las que se paga con los impuestos?, Si el producto, en su empaque, describe los ingredientes por ley, ¿por que poner un cartel gigante que exponga que uno de ellos es malo, cuando realmente no lo es?
¿Quién concientiza en estos temas?, ¿El estado, las escuelas?, ¿Se enseña acaso en las escuelas a que el sedentarismo es el peor mal para la regulación y funcionamiento de nuestro cuerpo y cerebro?, porque si no lo hacen, si no se hace esto desde el estado o desde la escuela, entonces podríamos decir que exponer un “todo hace mal”, para que bajen la cantidad de ingesta, es un traspaso directo de su ineficiencia administrativa pública, al sector privado y más específicamente, industrial.
El músculo y el cerebro necesitan dos combustibles básicos “azúcar y movimiento”, decir que las azúcares son malas, “algo que consumimos desde cuando no existían los actuales índices de obesidad”, es afirmar que los gobiernos, “quienes tienen que resolver las cosas”, están barriendo sus problemas e incapacidades debajo de nuestra alfombra.
El consumo anual de azúcar percapita en el país, se reduce cada año, por lo cual tenemos que destinar mas producción a bioetanol y a exportaciones, y aun existiendo esta disminución demostrada de ingesta, la obesidad y diabete aumenta y el culpable es "¿el azúcar?"
No hay que dejar que nos controlen y nos restrinjan, los políticos deben administrar los fondos públicos que les damos a través del trabajo privado en “Mejor educación, mayores servicios y mejor calidad de vida activa”, y privar del primer combustible para los músculos es claramente un hecho de ignorancia e irresponsabilidad.
Si seguimos poniendo parches, volcaremos a medio camino y no solucionaremos nada en este país. Aquí hace falta un cambio positivo y responsable profundo y sobre las cosas que importan.
Destruir la economía de tres o más provincias por ideologías políticas y sin bases científicas sólidas, no solo es irresponsable, también es sistémico e inhumano. Todo afecta a todo, cuando lastimamos al país en una parte, luego se termina enfermando en otra.
Seamos responsables, cada quien a su juego, sin intenciones políticas y respetando los derechos de los individuos y las empresas que son quienes mantienen a este país de pié.
Ver proyecto de Ley propuesto hace tiempo:
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